lunes, 28 de marzo de 2011

“No hiere a nadie, es un signo de impotencia”

Oscar González*

Ahora que el señor Mario Llambías viene a exhumar la retórica fascista del “sucio trapo rojo” es oportuno recordar que si alguna bandera simboliza la fraternidad universal y la solidaridad entre todos los seres humanos esa es la roja, que él demoniza.
Desde que flameó en las barricadas parisinas de 1848, ese pabellón representa la lucha de los trabajadores de todos los países por sus reivindicaciones y convive con el de cada una de las naciones donde ellos la protagonizan.
En la Argentina, la azul y blanca encarna nuestra historia patria, refleja nuestra idiosincrasia y expresa nuestra soberanía nacional. La insignia roja, que usamos los socialistas con orgullo desde hace más de un siglo, representa las reivindicaciones aún pendientes y los derechos que todavía no han sido conquistados. Es también el emblema de la solidaridad internacional.
Llambías, que se regocijó ante las cámaras profetizando el desmoronamiento del gobierno popular y ahora no sabe cómo volver del ridículo de aquel presagio, halló ahora en la cloaca de la historia esa patét ica expresión para manifestar su inquina y desaliento.
Pero la decadente invectiva del vocero del capital rentístico agrario que, entre otras virtudes, se dedica a explotar trabajo esclavo, no hiere a nadie: es sólo un signo de impotencia frente al proceso de cambios que vive la Argentina y el imparable horizonte que asoma bajo la forma de una más justa distribución de la riqueza.

*Dirigente socialista. Secretario de Relaciones Parlamentarias del gobierno nacional.

Publicado por el diario Tiempo Argentino, pág. 14, Argentina, el 27 de marzo de 2011.




No hay comentarios:

Publicar un comentario