domingo, 28 de marzo de 2010

OSCAR GONZÁLEZ, SOCIALISTA Y FUNCIONARIO DEL GOBIERNO

“La oposición es un grupo promiscuo”

El secretario de Relaciones Parlamentarias defiende su adscripción al kirchnerismo, asegura que el repliegue sobre el PJ no perjudica la relación con los partidos aliados y defiende el uso de reservas para pagar a los bonistas.

Andrés Fidanza

Para el socialista Oscar González el gobierno nacional es “el más progresista del último medio siglo”.
Desde tal diagnóstico, este aliado del kirchnerismo y secretario de Relaciones Parlamentarias, oscila “entre el asombro y la decepción” ante el papel opositor de sus ex compañeros del PS, aquellos que hoy manejan la estructura del partido y participan del Acuerdo Cívico y Social.
Calmo pero desafiante, González le adjudica a la oposición ser un “agrupamiento promiscuo, heteróclito y confuso”.

–En los últimos meses, una serie de fallos judiciales intervino en el curso de la política. ¿Qué piensa de esa tendencia? –Nadie quiere la judicialización de la política. Los legisladores están para legislar; el Ejecutivo, para ejecutar y colegislar. No se puede vivir en la promiscuidad institucional en la cual quien no obtiene resultados en un poder del Estado, acude a otro.
–Pero el último fallo judicial (el que consideró ilegítima la composición de la comisión que analiza los DNU como el que dispuso el pago de deuda con reservas) fue pedido por el Gobierno y lo favoreció.
–Yo hablo en general. Como clima institucional, lo ideal es que ni los diputados ni el Ejecutivo hagan denuncias judiciales.
Pero cuando hay una violación muy obvia, como en el episodio de la conformación de la Comisión de Trámite Parlamentario, donde hubo una desnaturalización aviesa, escandalosa, anticonstitucional e ilegal, queda el recurso extremo de acudir a que la ley corrija esa deformación.
–¿Cuál es la discusión de fondo en el tema del pago de deuda con reservas? –Sectores de la oposición quieren forzar al Gobierno a afrontar el pago de la deuda externa con medidas político-económicas de ajuste. El gobierno apela a recursos que hoy están inmovilizados, depositados al 0,5% anual en el extranjero, acumulados por si aparecieran dificultades.
–Por más que sea una formalidad, ¿el Gobierno no debería haber modificado la Carta Orgánica del Banco Central antes de ordenar el pago con reservas? –La verdad, quizás si. Pero la oposición tiene una cierta propensión a analizar los rituales, más las formalidades que la política de fondo. En el despliegue de políticas públicas se cometen errores, pero lo que importa es el objetivo. Para la oposición, la política es retórica.
–¿Se puede revisar la legitimidad de la deuda externa? –Ésa es una propuesta de naturaleza literaria, extemporánea y absurda que puede caer simpática pero que carece absolutamente de viabilidad. Un Estado no es un episodio transitorio, es una entidad responsable de rango internacional que no puede ir por la vida produciendo sorpresas, cometiendo picardías.
–Sus ex compañeros socialistas, hoy en el Acuerdo Cívico y Social, tienen una mirada antagónica a la suya.
–Sí, yo siento una profunda decepción por esos compañeros de mi partido que contravienen nuestros valores fundamentales.
Con cualquier indicador socialista para evaluar al gobierno, resulta que éste es el gobierno más progresista del ultimo medio siglo.
–¿El kirchnerismo se peronizó? –Hubo una suerte de repliegue sobre el sector más sólido del dispositivo político oficial, que es el peronismo, pero eso no va en detrimento de sus aliados.
–En ese repliegue, ¿en qué lugar quedan ustedes los socialistas? –A diferencia de la oposición, que es un agrupamiento promiscuo, heteróclito y confuso que trata de obstruir la marcha del Gobierno, la coexistencia de distintas concepciones de matrices ideológicas diferentes enriquecen al oficialismo.
–¿Percibe un ánimo revanchista en la oposición, después de años de mayoría kirchnerista en el Congreso? –Yo advierto un ánimo vengativo, una sed de revancha que es poco constructiva.
–Hay algo para tomarse revancha, entonces.
–Hay una situación para admitir: el gobierno anterior y éste, en su primera parte, se manejaron con una soltura numérica, fruto de la votación, que le permitía conseguir con mayor facilidad sus iniciativas.
Hoy, existe una situación de más equilibrio de fuerzas, y el esfuerzo para consensuar la elaboración de leyes debiera ser mayor.
–Eso es bueno, ¿o no? –El consenso es una fase transitoria y precaria, históricamente hablando. La puja de intereses alienta el desarrollo y desenvolvimiento de la sociedad, desde el inicio de los tiempos, no desde que llegaron Cristina o Néstor.
Lo que no se puede es transformar ese equilibrio en el antecedente de la injusticia, porque Julio Cobos no aprobó una fórmula representativa de la relación entre oficialismo y oposición.

Publicado por Critica de Argentina el 28 de marzo de 2009, sección El País, Pág. 11

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