jueves, 26 de febrero de 2009

Sectarios y expulsivos

La intolerancia de los nuevos inquisidores

Por Oscar R. González*

Las expulsiones de Ariel Basteiro y la mía propia son el producto de un proceso amañado, carente de toda validez jurídica y política, por medio del cual una secta integrada por sujetos ajenos a la tradición democrática del Partido Socialista intenta apoderarse de una sigla histórica con el propósito de usufructuarla en beneficio propio. La foto de Rubén Giustiniani, rodeado anteayer en el Senado por la cúpula de la corporación agrofinanciera habla por sí sola y revela quiénes son los integrantes de este grupo de advenedizos.

Sus amigos y aliados son los enemigos históricos del pueblo y del socialismo: los que promueven el desabastecimiento, los que especulan reteniendo la venta de granos, los que provocan tomando bancos, los que extorsionan a un gobierno legítimo para preservar sus ganancias extraordinarias, los que merodean las rutas para asustar a la población.

En ese sentido, quienes provenimos del viejo y glorioso partido de Juan B. Justo, Alfredo Palacios, Alicia Moreau y Alfredo Bravo honrando la historia del verdadero socialismo, plural, democrático, librepensador, resultamos un escollo insalvable para esos propósitos. Es por eso que, mediante una resolución inicua y mendaz de un órgano partidario integrado por prestanombres, intentan deshacerse de un par de militantes a los que se acusa de pensar de manera autónoma y de quebrar una supuesta y sacrosanta disciplina partidaria.

Emulos tardíos de los tribunales inquisitoriales y de los procesos de Moscú, son hombres pequeños de ideas pequeñas que tal vez crean realmente que su determinación puede quebrar toda disidencia. Estos módicos torquemadas de opereta no saben lo equivocados que están: la historia de las ideas políticas y de las luchas populares está repleta de intentos de acallar las voces discordantes.

Resulta comprensible que esta pequeña secta nacida en los pasillos de alguna facultad, acostumbrada a pujar por la modesta renta que da la fotocopiadora del centro de estudiantes, ganada ahora por las consignas de una burguesía rural mezquina y obtusa, se sienta tentada a combatir cualquier herejía, toda forma de pensamiento critico, cualquier diferencia de opinión.

Partidarios de un pensamiento blindado, propio de los grupos autorreferenciales, una suerte de lefebvrismo político que oficia de espaldas a los afiliados y a la sociedad, especulan con que al gobierno le vaya mal y favorecen a los enemigos del pueblo.

No es éste el primer golpe que intentan asestarnos. El año pasado dispusieron la intervención del Partido en la provincia de Buenos Aires, a pesar de que tanto su línea política como su política de alianzas habían sido resueltas en un congreso irreprochable e impecablemente democrático. A pesar, también, de que ya estaba en marcha un proceso electoral destinado a renovar sus autoridades. No podían tolerar que ese distrito actuara sin someterse a sus dictados. Quisieron reemplazar la adhesión de los afiliados, que les resultaba imposible obtener, por una medida burocrática y autoritaria.

Acaban de dar un paso más. Pero la mente humana es libre y ningún edicto represivo, ninguna persecución ideológica tiene, a la larga, un buen destino: las ideas de libertad y de justicia, inexorablemente, son las que resultan triunfantes.

*Ex diputado nacional del Partido Socialista. Ex secretario general del PS. Secretario de Acción Política del PS bonaerense.

Publicada en diario BAE el jueves 26 de febrero de 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario