sábado, 23 de agosto de 2014

Tiempo Argentino

Oposición vintage

Oscar González | Secretario de rel. parlamentarias

Aunque añoran los tiempos en que el mercado mandaba, los predicadores del vintage político-social no son tan torpes como para ignorar que la universalización de derechos individuales y sociales, la recuperación de soberanía y la preservación del mercado interno, la producción y el trabajo son insumos esenciales de un proceso iniciado en 2003 que la sociedad ha ingresado en su haber.

La evidencia, sin embargo, es incómoda para buena parte de los candidatos opositores, que han venido desplazándose hacia la derecha en la misma medida que la retórica de los grandes medios se hacía más virulenta, como tributo a una bendición que les garantizara al menos el respaldo de la opinión publicada.

En efecto, resulta difícil congeniar la preservación de esas conquistas con los discursos que, de manera más o menos explícita, postulan restaurar las políticas ortodoxas de reducción del gasto público, la austeridad fiscal y una regresión a aquel mini Estado incapaz de regular la economía, controlar la especulación y ordenar el crecimiento.

Desde 2008, con la frustrada Resolución 125, la oposición ha ido diluyendo diferencias, metamorfoseándose en un discurso casi único, intercambiable, teledirigido desde el conglomerado mediático. Es lo que aúna a un Binner que exalta al mercado con un Sanz, un Cobos y un Aguad que cortejan sin disimulo a alguien como Macri.

Hoy, su programa se reduce a imaginar fines de ciclos, agitar el espantajo de la continuidad kirchnerista y ofrecerse como garantía de que, si ellos advienen, los cambios producidos serán al menos congelados y que no habrá, eso sí, más reformas ni nuevos derechos.

Ignoran que, como ya ocurrió en otras etapas de la historia argentina, el pueblo no espera ser salvado por las elites supuestamente republicanas e hipotéticamente esclarecidas ni contemplará en silencio que le arrebaten sus conquistas.

Ese es el legado del kirchnerismo, una construcción que se ha fortalecido con tenacidad, audacia y la convicción de que la política puede ser una herramienta de inclusión. Más que una herencia a cuidar, se trata de un camino abierto, que va en sentido exactamente opuesto al de un pasado que nadie extraña.

Publicada por Tiempo Argentino, Argentina, pág. 18, el 23 de agosto de 2014  



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