lunes, 7 de abril de 2014

La Vanguardia

Un proyecto osado

Se dice fácil pero que un periódico político haya sobrevivido a las borrascas de nuestra historia nacional y cumpla 120 años merece celebrarse. En efecto, el 7 de abril de 1894, un médico argentino y un puñado de artesanos inmigrantes dieron luz a La Vanguardia “periódico socialista científico, defensor de la clase trabajadora”. Su primer editorial, para que no quedaran dudas de los objetivos del nuevo medio, se tituló “Este país se transforma”. Allí comenzó una aventurada historia de periodismo militante que sembró vientos de cambio y cosechó tempestades represivas: mientras sus notas trataban de construir valores cívicos y exaltaban libertades, sus sucesivas redacciones eran objeto de clausuras, atentados, empastelamiento de sus venerables tipografías de plomo, prisión de sus redactores y hasta de sus repartidores callejeros. Inicialmente como semanario, tiempo después como diario, circulando desde el voceo militante hasta la difusión clandestina, sus páginas iluminaron los primeros años de la formación de nuestra clase obrera moderna, acompañaron la ascendente cultura popular, las primeras formaciones sindicales, las iniciales bibliotecas barriales, el pionero cooperativismo.
En sus páginas destellaron eminentes plumas argentina como la de Juan B. Justo, Roberto Payró, Enrique del Valle Iberlucea, Roberto Giusti, Dardo Cúneo, Nicolás Repetto, Alicia Moreau, y no pocas extranjeras, como Jean Jaurés, Pablo Iglesias, Karl Kaustky, Emile Zola, entre muchos. Sus páginas alojaron a los más encumbrados representantes del arte proletario de las primeras décadas del siglo XX.
Una emulsión inconveniente entre una línea editorial de resonancias europeístas que se creían universales y, del otro lado, el prejuicio contra toda disidencia condujeron al desborde a mediados del siglo que pasó y al triunfo momentáneo de la intolerancia. Costó años metabolizar y convertir en cosa del pasado aquellas desavenencias, hoy incomprensibles.
Fueron las disputas brutales que sobrevinieron, los crímenes horrendos de las dictaduras, los que diseñaron esa pedagogía implacable que logró superar aquellos abismos y reconfigurar el campo político popular. Fue así que el viejo periódico logró recuperar su norte, y poner en valor su prédica más que centenaria. Hoy, 120 años después, la veterana hoja socialista continúa su prédica reflejando en su defensa de las nuevas formas que asume la liberación de los pueblos, aquí, en América Latina y en el mundo, las viejas certezas que inspiraron a los fundadores de aquel osado proyecto de periódico obrero que, desde su propio nombre, quiso adelantar la marcha de la historia.

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