miércoles, 7 de julio de 2010

Elecciones presidenciales 2011

Los simuladores y la ofensiva de la derecha

Los dueños del poder económico y mediático deambulan tras las huellas de algún candidato que los represente y que sea, si no del todo honrado, al menos presentable ante la ciudadanía en las elecciones.

Oscar González
Ex diputado nacional Partido Socialista

Como Diógenes, el filósofo que en la Grecia antigua caminaba a pleno día con una lámpara en la mano buscando un hombre honesto, los dueños del poder econó mico y mediático de la Argentina deambulan tras las huellas de algún candidato que los represente y que sea, si no del todo honrado, al menos presentable ante la ciudadanía en las presidenciales de 2011.
Hay varios lotes de postulantes que compiten cotidianamente, con actos hostiles y declaraciones destempladas hacia el gobierno, para hacerse del premio de ese torneo, una disputa donde el apuro de unos y la impaciencia de otros conmina a los demás a apresurar la largada.
La oferta opositora se desparrama en un elenco variopinto que, según el parámetro vulgar con que se clasifica a los dirigentes políticos, contiene actores de derecha, de centroderecha –los más– y hasta de centroizquierda –alguno que otro–.
Desconsolados por la razonable evolución socioeconómica del país, desalentados ante un gobierno que retiene la iniciativa política, y algo preocupados por la opacidad de los precandidatos, los sectores conservadores vienen imaginando una realidad de la que ya vendieron dos versiones.
La primera alentó la idea del desgranamiento del entramado político y social que sustenta al gobierno nacional; la segunda quiere mostrar la recuperación de un pejotismo opositor que, incapaz de renovarse y de presentar nuevas figuras, se limita a protagonizar un amasijo fotográfico que no puede disimular las reyertas por encontradas ambiciones personales.
Ni aun el cardenal primado, político más avezado y astuto que los demás rivales del gobierno, pudo ennoblecer el encuentro opositor al que convocó recientemente con la presencia de alguien que no fuera ex funcionario menemista o delarruista. El motivo de la reunión, la presentación del documento Consenso para el Desarrollo, resultó un pretexto poco creíble ya que sólo participaron los actores de los pasajes más desoladores de nuestra historia reciente, pero ninguno de los que hoy son responsables de elaborar y aplicar las políticas destinadas, precisamente, al crecimiento económico y el desarrollo social.
En medio de tanta vacancia opositora, sería un error creer que los grandes grupos de poder vayan a apostar a una opción electoral por la sola identificación con su propio perfil ideológico. Por el contrario, registrarán escenarios, medirán figuras y fogonearán, de ser necesario, aspirantes que simulen posiciones pretendidamente progresistas, y aun socialdemócratas, si con ello creen evitar la profundización del modelo vigente.
Portador de esa mirada pragmática, al establishment le importa poco tanto la retórica vacía acerca del ceremonial republicano cuanto la repentina preocupación por la pobreza que desgarra el corazón de muchos que nada hicieron para combatirla cuando pudieron y ahora confluyen en los hechos a fortalecer la ofensiva de la derecha y el intento de restauración conservadora.
El largo conflicto con el ruralismo empresario ya mostró a esas fuerzas políticas pujando por quién representaba más genuinamente los intereses agrofinancieros, aún contradiciendo sus propias tradiciones políticas.
He ahí el motivo de que algunos comiencen a mirar con cariño una eventual alternativa que, con un discurso conciliador, sirva a sus objetivos, como ya lo hicieron ante propuestas cruciales como la movilidad jubilatoria, el desendeudamiento y la ley de medios.
Paradójicamente, si es posible considerar como hipótesis que la derecha tenga candidatos con otra marca de origen político, es por efecto del desplazamiento hacia la izquierda del conjunto de la escena pública, en primer lugar por el derrotero transformador del gobierno de Cristina Fernández, que ocupa, precisamente, el espacio popular y progresista con acciones concretas que democratizan la sociedad, la economía y la política.

Publicada en el diario Tiempo Argentino, el miércoles 7 de julio de 2010, Editorial, pág 16.

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