viernes, 29 de mayo de 2009

1969-2009

Evocar el Cordobazo es no bajar la guardia

Por Oscar R. Gonzalez*

Conmemorar los 40 años del Cordobazo no sólo estimula la recuperación del sentido y alcance de aquella rebelión popular sino que también nos permite reflexionar sobre la vigencia de las reivindicaciones de vida y de trabajo que alentaron a un pueblo entero, encabezado por los trabajadores industriales de Córdoba, a levantarse contra la dictadura ultramontana del patético general Juan Carlos Onganía.

De aquella gesta popular nos ha quedado para siempre la imagen de Agustín Tosco y de las masivas columnas que llegaron desde las grandes fábricas una mañana de mayo para ocupar la ciudad, enfrentando la represión policial y rebasándola hasta desbaratarla. Entonces, las libertades negadas a fuerza de palos y gases se ejercieron de hecho abriendo paso a la caída de la dictadura. Ya no era sólo la lucha de los trabajadores metalmecánicos por el sábado inglés sino que, ese día, la protesta tuvo un carácter universal en cuanto a que reclamaba los derechos de todos, los de los trabajadores, los de los estudiantes, copartícipes fundamentales de la rebelión; en fin, los del todo el pueblo, incluso más allá de Córdoba, como lo prueban los levantamientos posteriores en todo el país.

En esta universalidad se funda la legitimidad del Cordobazo, tan distante de las mezquinas disputas por la rentabilidad que se han dado en estos tiempos.

Hoy, cuando la democracia es el sistema de vida y de gobierno que hemos adoptado definitivamente, evocar el Cordobazo implica también y fundamentalmente renovar el compromiso con la lucha por la vigencia y ampliación de los derechos sociales. Porque, pese al fin de las dictaduras, tales derechos fueron gravemente erosionados por políticas que, en nombre de una supuesta eficacia económica, multiplicaron la exclusión y la pobreza, destruyeron buena parte de las fuerzas productivas y desplazaron la educación al último lugar en la gestión de gobierno.

Las mismas fuerzas que sustentaron a las dictaduras para fundar regímenes de privilegio a costa de la represión y la miseria, fueron parte de la coalición de poder en los 90, hasta el derrumbe de diciembre de 2001, cuando el Estado y la economía colapsaron causando un dolor social indecible. Hoy, en otras condiciones, esas fuerzas han lanzado una ofensiva política y económica para reclamar el regreso del Estado indiferente a sus deberes sociales e inerme frente a los mercados.

Evocar el Cordobazo es, entonces, no bajar la guardia, defender lo conquistado y disponerse firmemente a alcanzar lo mucho que aún falta, para lo cual es preciso apoyar la profundización de los cambios progresistas que se pusieron en marcha en 2003 y que, entre muchas otras cosas, garantizan la vigencia de las paritarias y del Consejo del Salario, y que los trabajadores jubilados de hoy y de mañana no tengan como horizonte el desamparo. Como afirma la declaración de la CGT de Córdoba en memoria del Cordobazo, “será necesario acumular poder político para modificar la relación de fuerzas frente a los intereses antinacionales locales que pretenden desandar el camino y volver las recetas del ajuste permanente monitoreado por el FMI”.

De eso, precisamente se trata, de seguir construyendo poder político desde la pluralidad para afianzar el modelo productivo, profundizar sus objetivos y mejorar sustancialmente la participación de los trabajadores en el ingreso nacional.

*Dirigente socialista. Secretario de Relaciones Parlamentarias del gobierno nacional.

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