martes, 13 de mayo de 2014

Tiempo Argentino

Cristina y Michelle, sentido común

Michelle Bachelet estuvo en nuestro país protagonizando su primera visita oficial desde que asumió, por segunda vez, la Presidencia de la hermana república de Chile.

El contenido simbólico de esta visita habla, por supuesto, de la importancia que ambos países asignan a la relación bilateral, pero también de la sintonía política entre las dos mandatarias, que ya se había manifestado de manera elocuente durante 2008 y 2009. Y, sobre todo, confirma que, pese a las dificultades y a los embates de derechas regresivas y nostálgicas, la región sigue afianzando un camino de autonomía y de búsqueda de mayores niveles de equidad en cada una de las sociedades que la componen.

El vínculo entre las presidentas, expresado en la conferencia de prensa conjunta y en la recepción que le brindó Cristina en el Museo del Bicentenario, reflejó las mejores tradiciones de solidaridad, entendimiento y trabajo común. Todo lo contrario de lo que sucedía durante las sanguinarias dictaduras que se abatieron sobre los dos países en los años 70 y 80. Partidarios ambos regímenes cívico–militares del dogma neoliberal y empeñados en imponerlo mediante el terror sobre el conjunto de la población, sus fuerzas armadas estuvieron al borde de desatar, en 1978, una guerra de consecuencias imprevisibles.

A lo largo de la historia, en cambio, exiliados y perseguidos a ambos lados de la cordillera recibieron asilo fraternal en la Argentina y Chile, como sucedió con nuestros Sarmiento y Alberdi y con el chileno Francisco Bilbao en el siglo XIX, con los militantes que sobrevivieron a la masacre de Trelew y con los hermanos chilenos que huían de la represión pinochetista.

Superado ya ese tenebroso pasado –aunque sus sombras asomen por momentos–, es un buen augurio que se haya anunciado ayer la determinación conjunta de profundizar los acuerdos de cooperación e integración contenidos en  el Tratado de Maipú, firmado en 2009.
Como expresión de fuerzas que apuestan a la ampliación de derechos, que reivindican la acción política como herramienta de cambio y que plantean la necesidad de democratizar la economía, la sociedad y la cultura, el esfuerzo conjunto de Michelle y Cristina contribuirá a perfeccionar ese rumbo, una demanda planteada explícitamente en las recientes elecciones chilenas y, bastante antes, en los comicios argentinos.

Mientras tanto, la integración física, económica y comercial puede ser una poderosa palanca para resistir, en lo inmediato, las consecuencias de la grave crisis originada en los países centrales, pero también para ensayar una inserción más provechosa y protagónica en el escenario internacional.

Chile, al que muchos intentan presentar como contrapartida neoliberal de los procesos de cambio que se despliegan en el sur del continente, está demostrando en estos primeros días de gobierno, que la nueva presidenta tiene un renovado liderazgo fiel al mandato popular. Es en ese marco, que el encuentro entre ambas jefas de Estado viene a potenciar la integración y complementariedad entre dos países que, sin resignar sus respectivas singularidades, asumen el desafío de crecer juntos en este  ciclo histórico que demanda una alianza estratégica.

Publicado por Tiempo Argentino, Argentina, pág. 4, el 13 de mayo de 2014. 



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